martes, 4 de abril de 2017

Pensamiento inútil de martes: Una lectura política de la Argentina.

Escribo sobre lo que no sé con la seguridad de que a nadie le interesa, que nadie lo leerá. Pero si alguno arriesga sus ojos sobre estas páginas, valga la aclaración y justificación de lo escrito, primero:
1) No soy politólogo ni nada que se le parezca, mis pocos conocimientos derivan más de la literatura y de lo que en ella aparece implicado.
2) Este texto está escrito en apenas un par de horas sin la seriedad académica que amerita una lectura seria. Es, o pretende ser, sólo una lectura superficial sobre la política y sus ciclos en la Argentina.
3) Creo en lo expresado por Foucault en que las épocas se superponen cual capas epistémicas y que la única forma de comprender es hallando esas fisuras epistémicas que logran trasladarte a una lógica anterior. Creo que la literatura es, muchas veces, la fisura epistémica más legible.
4) No me molesta que otro sujeto me interpele o interpele al texto, por el contrario creo que esa es la única forma de crecer y no seguir encerrado en un pensamiento pequeño, propio y limitado. Tengo un solo limitante, no respondo a quienes insultan o comienzan sus enunciados desde la intransigencia.
5) Creo en la democracia como un sistema que debe respetarse antes que nada; pero no se puede plantear el desconocimiento de cómo los sectores de poder manipulan opiniones públicas y elecciones.
6) Creo que la sociedad sólo puede crecer políticamente cuando se atreve a discutir y enfrentar ideas y lecturas de la realidad desde las razones y no desde los miedos y el odio.
Habiendo, supongo, justificado las deficiencias del siguiente texto y sabiendo que la mayoría de los lectores iniciales abandonaron su lectura, lo comienzo.
Las representaciones políticas tienen que ver con los sectores socio-culturales-económicos que representan y el modo o los mecanismos de representación. Por ello las representaciones políticas son muchas y variadas pero las que adquieren legitimidad y poder son pocas, sólo las que logran aglutinar un grupo mayoritario u obtienen el poder de otros organismos. En esencia, en un estado democrático, el poder está en las bases y en cómo estas bases se sienten identificadas; en un estado no democrático esto depende de quienes ostenten el poder a través de organizaciones e instituciones que sí representan a bases pero desde el verticalismo autoritario (iglesia, militares, etc.)
En Argentina, las representaciones políticas importantes, visto de un modo muy grosero, son tres:
1) La oligarquía y los dueños de los grandes capitales, que fueron representados por el fraude durante la década infame; por los militares durante la época oscura, fueron representadas sin éxito por la UCD y que llegan a elecciones por una rama del peronismo (ya explicaré por qué me parece que el peronismo da para todo) con el gobierno de Menem.
2) La clase media argentina que encuentra su máximo representante en el radicalismo de Irigoyen.
3) El trabajador que se ve representado en el peronismo y no en la izquierda que ha terminado por convertirse en un reducto de intelectuales de clase media.
Haciendo esta lectura a uno se le presentan ciertas dudas o dificultades que debería ir desgajando. Vamos a plantear en inicio las más violentas o evidentes:
a. ¿Cómo llega al poder de modo democrático la oligarquía cuando uno sabe que sus bases son las menos numerosas (por mucho)?
b. ¿Quién representa hoy la clase media cuando es evidente que el radicalismo ha muerto?¿Por qué ha muerto el radicalismo? O ¿Quiénes son los responsables de la muerte del radicalismo?
c. ¿Por qué el peronismo representa a los trabajadores cuando en sus filas han aparecido los representantes más recalcitrantes de la derecha argentina?¿Se puede hablar de una ideología peronista?
Trataré de exponer una visión, muy personal, de estas cuestiones.
En el capitalismo el capital manda y la masa obtiene paulatinamente, a través de luchas muchas veces violentas que los que ostentan el capital vayan cediendo un poco de ese poder para calmarlos. En la democracia capitalista la distribución equitativa del capital es impensable, sólo se piensan pequeños avances en un crecimiento progresivo.
Argentina comienza su vida política gobernada por las familias patricias que organizan un país exclusivamente para ellos. Para no quedar al margen de políticas internacionales se decide un sistema democrático electoral que sólo es una farsa. El fraude y las presiones y el apriete son las formas en las cuales se manifiesta el poder.
Muy cómodos en el poder y acordes a políticas internacionales pierden el cuidado que deberían haber tenido.
Seamos realistas, la ley de sufragio universal y obligatorio no surge por un acto de buena fe de sus impulsores. Tiene dos orígenes: por un lado la evidente ruptura del partido autonomista y por el otro, los temores de que el obrerismo y los ataques anarquistas resquebrajaran su estructura de poder. Se les ocurrió entonces una idea genial, dar cierta sensación de libertad cediendo un espacio de poder a quienes eran su principal oposición, un partido de derecha pequeño burguesa, la UCR.
Desde la UCR surge una figura interesante, hábil político que no se impone sólo con los votos. Nadie menciona la participación y liderazgo de dos revueltas armadas (1890 y 1893) contra el régimen roquista que en cierta medida fuerzan a Saenz Peña a negociar la Ley de sufragio “casi” universal.
De esta manera llega al poder alguien que viene a representar un sector social que hasta el momento no tenía representación: la clase media.
Funda YPF y apoya movimientos estudiantiles que reformarán para siempre la Universidad. Sin embargo, a la hora de apoyar al obrero, su espíritu reformista no llegaba a tanto: la semana trágica, la Patagonia rebelde y la masacre de La Forestal dejan más que en evidencia que aún había sectores sociales que no eran representados por nadie.
Como siempre en el partido radical, la caída de sus representantes se produce en el mismo partido. Los antipersonalistas resquebrajan, con Alvear como representante, todo un sistema de poder que hubiera podido hacer más. Al dividirse y perder fuerza (porque las bases se dividen), combinado con la crisis del 29 y la ineficacia para actuar (debido quizás a ese temor de ser personalista a la que tanto temen los radicales) dan puerta abierta a los conservadores a tomar el poder y, esta vez con el apoyo de una parte de la clase media temerosa (como siempre temerosa de perder lo que pudo obtener). Uriburu derroca el poder cuando faltaba poco tiempo para que los radicales consiguieran la nacionalización del petróleo. ¡Qué golpe hubiera significado eso para la oligarquía! Pero va a ser una constante en el radicalismo que sus mismos representados por miedo e influidos por otros sectores de poder (y una prensa que juega su juego con la oligarquía) boicoteen las medidas más progresistas de sus gobiernos.
Le pasará al mismo Illia cuando trate de meterse con las droguerías con la famosa “Ley de medicamentos”. Se metió con las petroleras y establece la ley del salario mínimo vital y móvil. Tres cosas que ameritarían estar entre grandes gobernantes, pero sus mismos correligionarios aprovechando la falta de legitimidad que tenía su elección debido a la proscripción del peronismo y una primera minoría de votos en blanco, apoyan otro golpe de estado permitiendo que vuelva al poder la oligarquía.
No hacen falta más ejemplos, aunque hay muchos más, para darse cuenta que los votantes radicales son temerosos y traidores. Creo que no hay mejor descripción de un radical que la que hace Rozenmacher en su genial cuento “Cabecita negra” con el cual relee y reinterpreta un Cortázar joven e inmaduro y nos explica sin querer por qué a Borges le había gustado tanto ese texto.
¿Qué hace moverse a la clase media? El miedo. ¿Y cuál es el peor miedo? El Otro, ese que puede adquirir nuestros beneficios sin el esfuerzo y los sacrificios que tuvimos que hacer nosotros.
Al radicalismo no lo mató nadie, el radicalismo se suicidó. El último gobernante verdaderamente radical y, quizás la expresión menos gorila del radicalismo, fue Raúl Alfonsín. Que tampoco encontró apoyo en sus votantes cuando enfrenta a la sociedad rural.
Es una pena, porque la clase media ha perdido completamente el rumbo y termina apoyando a la oligarquía que la única vez que le dio poder fue cuando tenía la suficiente fuerza como para hacérselo perder. Ahora son sólo títeres manipulados por los miedos a perder sus privilegios.
Que hoy el radicalismo apoye a sus originales enemigos en el macrismo es quizás la vergüenza más grande para quienes siguieron la legítima línea ideológica de la UCR yrigoyenista.
¿Cómo llega la oligarquía al poder en un sistema democrático? Pues muy simple, gracias al miedo y al apoyo incondicional de la clase media argentina.
Feinmann (el bueno) pone en boca del gordo Cooke algo muy significativo para definir el peronismo pero es una novela y no me atrevo a citar literalmente porque lo hace en una ficción y porque esas mismas palabras luego Seoane se las pondrá en boca al gringo Tosco. “Perón no es obrero pero el obrero es peronista”.
Algo importante para entender al peronismo es su carácter de movimiento popular y no su ideología. El peronismo, incluso en su origen encierra una doble ideología de izquierda y derecha y gestiona el poder desde el verticalismo y la idolatría. Por otro lado, ha logrado sin luchas sangrientas, los mayores beneficios para la masa silenciada de trabajadores.
Perón en su afán de poder durante el 43 o 44 establece vínculos con los grandes sindicalistas y socialistas de la época y le permiten una visión hasta entonces ni siquiera pensadas por los gobernantes. Desde el departamento de trabajo de un gobierno de facto logra cosas antes no eran ni pensables: derechos laborales, convenios colectivos de trabajo, leyes de previsión social. Todo esto lleva a que en el mismo GOU surja el término “antiperonismo” antes de que el peronismo exista.
Perón surge en la derecha con pensamientos de izquierda y esa contradicción de origen se mantendrá en todo el movimiento. El peronismo alberga dentro de su seno los más grandes logros de la lucha trabajadora junto con los más grandes logros de los triunfos de la oligarquía en el poder. ¿Por qué? Por su forma de gestionar el poder, en el cual las decisiones dependen pura y exclusivamente de la decisión del líder y no de opciones políticas de las bases.
Por todo esto, hacer un juicio sobre el peronismo es injusto y poco plausible; el peronismo es lo mejor y lo peor que le pudo pasar al país. Encierra dentro de sí cosmovisiones contradictorias desde su origen, todos sabemos que no es la misma ideología la de Juan que la de Eva, la de Menem que la de Kirchner.
La masa reconoce su beneficiario pero no entiende cómo lo hizo, atribuye entonces ese poder de acción política a su líder y por contagio a cualquiera que lo represente. Una pequeña anécdota personal, la portera de mi colegio primario era peronista y todas las noches encendía una vela bajo un cuadro de Eva. Cuando mi portera era nadie, ni recuerdo su provincia de origen, ella en un acto de fe le envió una carta a Eva refiriendo a cierta enfermedad que parecía tener y sus médicos (médicos públicos de hospital pobre no sabían diagnosticar). Eva respondió esa carta de manera afectuosa y adjunto dos pasajes, para ella y su marido, a Buenos Aires. Allí la atendieron los mejores doctores que diagnosticaron su chagas y la enviaron de portera con casa en el colegio a una de las escuelas construidas por Perón; al mes llegaron cajas con ropas y utensilios para ella. Mi portera será, con justa razón e incluso luego de su muerte, peronista.
Pero Perón se casó otra vez, con la amiga de López Rega… y bueno AAAh, todos sabemos la historia.
Lo que queda claro es que el obrero consiguió cosas que en otros países significo luchas y víctimas sin más esfuerzo que pedirle a su líder conductor y, de esa manera se hace imposible pensar en la izquierda en la argentina.
Tenemos entonces un país con muy poca conciencia política de base, el anarquismo en sus orígenes nacionales generaba más movilidad y acción que lo que luego hará todo el sindicalismo peronista siempre obediente al líder y negociadores por definición.
La clase media vivió y vive en el miedo de perder sus privilegios en actitud absolutamente egoísta.
Y la oligarquía nunca dejará de ser la mierda que es.
Muchos que dicen no sentirse representados recurren a la ingenua y estúpida figara del apolítico. Eso es una contradicción para no decir una paradoja que Freire supo expresar cuando dijo en una conferencia en Buenos Aires: “quien dice que es apolítico, es oficialista”.
No existe la posibilidad de estar al margen de la política, porque estar al margen del partidismo es una política que en cierta medida brinda su apoyo a quienes ostentan el poder.
Por otro lado, no se puede construir una verdadera revolución en torno a líderes porque se necesita una conciencia de las bases que pueda darle continuidad a los logros de ese líder cuando ya no esté.
Debemos como argentinos atrevernos a sentarnos y discutir la visión de país que queremos. Apagar los televisores y dejar los egoísmos de lado.
Volvamos a las asambleas barriales, intervengamos los medios, nacionalicemos los recursos y los servicios esenciales y la banca. Discutamos cada tema lo que hay que discutir que no nos apura el tiempo. Construyamos la democracia desde las bases hasta sus líderes y no al revés.
“Podrán decir que soy un soñador pero no soy el único”; “seamos realistas, pidamos lo imposible.”
Ya sé que nadie lo leyó y nadie lo leerá, pero necesitaba pensar en este martes luego de trabajar todo el día y parar y marchar mañana comprendiendo que en la lucha está la fuerza y en una lucha que incluya al otro, sin pancartas egoístas.

Un abrazo para todos. Y sepan disculpar esta molestia.










No hay comentarios.:

Publicar un comentario