jueves, 14 de abril de 2016

Lo aburrido no muerde

Charlo con colegas sobre el «aburrimiento» porque los pedagogos de medio pelo insisten sobre la necesidad de divertirse para aprender.
No niego que con un juego se aprenda pero no todos los aprendizajes se hacen jugando. Del sufrimiento también se aprende y mucho, pero yo no voy a hacer sufrir a un alumno para que haga aprendizajes significativos (creo).
Hay muchas cosas para aprender y cada objeto de aprendizaje tiene su modo de ser adquirido, «aprehendido»; algunas cosas no pueden ser aprendidas si no son vividas y otras sí; algunas divirtiéndote, otras no.
Creo que el aburrimiento tiene una injustificada mala prensa y creo que hay razones comerciales que justifican esa mala prensa.
Una de las definiciones de «aburrir» de la RAE dice: «Sufrir un estado de ánimo producido por falta de estímulos, diversiones o distracciones.»
Otra, ya en desuso: «Exponer, perder o tirar algo, especialmente el tiempo». Etimológicamente «aburrir» viene de «abhorrere» («ab-»: sin, «horrere»: ponerse los pelos de punta). Sin dudas se habla de una falta de estímulos externos que nos distraigan, que nos traigan afuera de uno mismo, que nos pongan los pelos de punta.
Lo contrario a aburrirse es divertirse. La palabra «divertir» viene de la palabra latina «divertêre» que significa «dar un giro en dirección opuesta, alejarse» formada por el prefijo «di-» de divergencia y la raíz «vertere» dar vuelta.
Entonces aburrirnos nos obliga a encontrarnos con nosotros mismos; nos alejamos de los estímulos que puedan captar nuestra atención y sólo queda el «dasein» y en esta época tan frugal, tan volátil, tan superficial, ese encontrarse con «sí mismo» parece pecado. Siempre hay que estar hacia afuera, expresar, reír, llorar y todo en público. La obligación no es vivir sino mostrarle a los otros que estamos vivos. Es un mundo en donde la exposición, el mostrase, prima sobre el «ser».
Creo que el aburrimiento no es tan malo como nos quieren hacer creer los mercaderes del divertimento. No creo gratuito que otras culturas hayan valorado el ocio mucho más que la nuestra... ¿o todo lo que se hace debe ser divertido?
Lo mejor que he hecho, lo hice estando aburrido. Cuando me di-vierto estoy tan vertido fuera de mí que no puedo encontrarme... Debemos volver a la pausa, a callar los estímulos externos y volver a encontrarnos (suena medio New Age, pero no es la idea).
Sin embargo, no se le puede vender nada a quien nada necesita, a quien está explorando lo que ya tiene que es su «sí mismo».
El mercado no puede vender lo que sos, entonces vende estímulos externos que te sacan afuera de lo que sos, te di-vierten. Y te dejan sumido en la nada «chupando un palo sentado sobre una calabaza». ¿Para qué? Para después venderte otro estímulo y cada vez estés más lejos de lo que sos pretendiendo ser lo que te quieren vender.
La escuela va a contrarritmo, sí; quizás a destiempo. Pero eso posiblemente eso no sea un defecto, tal vez sea su virtud. Muchas veces me lo cuestiono y es una pregunta que aún no he resuelto. Me parece que es algo que no se debate, están los a favor de divertirse y los inculcadores de obligaciones y yo creo que hay algo distinto que nos estamos perdiendo.
Creo que como sociedad necesitamos discutir esto, necesitamos volver a valorar el ocio, la pausa, el silencio, la nada que nos permite encontrar el todo. Ese quedarnos sentados haciendo nada pero pensando todo.

Pero claro, esta es solo una idea que se me ocurre estando aburrido.







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