lunes, 8 de diciembre de 2014

Losing card

«Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento»
Jorge Luis Borges en "Biografía de Tadeo Isidoro Cruz"


   Una muchacha sentada en un sillón con un vaso de jugo en la mano. El pote de helado abandonado y chorreando humedad sobre la mesa ratona de vidrio. Un cigarrillo armado que se apagó solo, abandonado en el cenicero. Una película en blanco y negro, argentina. Una gota color lágrima en su mejilla.

    Mira el reloj. La hora laboral no termina. Se acomoda el pelo. Hoy se siente linda.
    Se ha levantado temprano a caminar, ha tomado sol de la siesta en largos tragos de pileta. Hoy se siente bella.
    Saluda a todos con más simpatía que la habitual. Ella es simpática. Hoy más.

    Han quedado en salir con Ella después del trabajo. La amistad con Ella ha ido creciendo este último año en la medida en que se ha sentido sola; en la medida en que se ha sentido traicionada, secuencial y sucesivamente traicionada. Primero su amiga, luego su compañera. Pero ahora tiene otra amiga, quizá otra compañera.
    La sonrisa, su sonrisa, se tuerce en un rictus cuando piensa: "La gente traiciona", como parte de las características inherentes al ser humano.

    "Qué bicho de mierda el ser humano." Eso piensa mientras sonríe. Duele sonreír.

    El día ya termina. Uno tiende a decir que el día termina cuando terminan las obligaciones y aún nos quedan horas para seguir siendo nosotros mismos. Para comenzar a ser nosotros mismos. Entonces, el día termina y por eso aun quedan horas del día para poder salir con Ella, su amiga, y charlar y ponerse al día y jugar ese juego de escuchar y ser escuchado, o simular ambas cosas, eso depende.

- Hola.
- Hola.
- ¿Vamos?
- Vamos.

    Salen del trabajo de ambas contentas de que el día termine y aún les quede día (aunque es de noche) para ser.
    Van en el auto de Ella a un bar. Ella va en auto siempre. Ella vive muy lejos del trabajo para ir caminando o en bicicleta.
    Charlan o soliloquian simultáneamente. Una detiene la conversación...
- Esperá, tengo que enviar un mensaje.
    Ella la mira y sonríe. Y aprovecha la distracción para sacar de silencio su teléfono.

    "Qué pena que las personas no tengan función «silencio»", piensa una de las dos... no puedo identificar cuál de las dos; quizás fue alguien de la mesa vecina.

    Ella tiene un llamado perdido. Tantas cosas se nos pierden y nunca las contamos ni las percibimos... Los malditos teléfono actuales cuentan las llamadas que «perdimos», con sabor a «perder», a no ganar, a que deje de ser nuestro algo que nos es propio, a desaprovechar, a balde al que se le escapa el agua, a pelota que poco a poco se va quedando sin aire; el teléfono cuenta que perdemos si no estamos conectados, perdemos el partido con la vida, perdemos vida... Ella únicamente no había recibido una llamada y el teléfono le avisaba que estaba perdida y que era difícil que se pudiera encontrar.

- Ya está, si no enviaba este mensaje después era muy tarde.- sonríe.
- Me tengo que ir.- no sonríe.
    "Seguramente es Él", piensa. Ella tiene algo con Él y aunque no conoce a Él puede imaginarse que hay algo complicado, como que debe ser un hombre casado o algo así. Entonces no dice nada. El amor es complicado para aquellos que aun creen en él.

    Ella pasó por una heladería, compró medio kilo de helado, la llevó hasta la casa y la dejó en la puerta, sola, con un pequeño balde de telgopor en las manos lleno de helado.

    Abre la puerta. Aún se siente linda. Todavía está de buen humor.

    Dicen que los seres humanos podemos ser definidos sólo por una acción, que hay una acción en toda nuestra larga vida que nos define, que nos encuentra, que nos despierde. Gregorio se despierta escarabajo, Tadeo se enfrenta a sus compañeros, Rodion toma un hacha; un solo hecho, una sola acción y toda nuestra injustificada existencia se explica.
    Y esta noche...

    Apenas entra, guarda el helado en la heladera (como corresponde a las leyes de derivación). Se dirige, a sabiendas, a un cajón donde guarda un fragmento de tiempo. Se detiene.

    Antes debe acomodar, arreglar, preparar la escena. Luego tendrá hambre así que está bien guardado el helado. El sillón frente al televisor. Busca y se pone la remera más rotosa y que le parece más coincidente con su idea de hippie rebelde, cuidadosamente deja que el cuello caiga descuidadamente descubriendo el hombro. Se siente linda. Se descalza porque calza más con la imagen que se quiere dar. Planea todo como si hubiera cámaras filmándola.

    Ahora, nuevamente, pero esta vez no se detendrá, se dirige al cajón del tiempo olvidado y saca una pequeña bolsita que envuelve una maza apelmazada de hiervas y unas semillas como de pimienta. Se sienta en el sillón y sobre una mesa ratona, sobre una hoja de agenda desgrana con los dedos el cascote de yuyos que guardaba la bolsita. Pone al lado una cajita roja con la palabra «smoking» en letras doradas y saca un rectángulo de papel; se cuida que una franja un tanto más oscura quede hacia arriba y del lado de afuera. Echa adentro lo trabajosamente desliado. Enrolla el papel sobre sí mismo y sobre la hierva. Saca la lengua y humedece la franja oscura. Tuerce las puntas. Guarda el resto. Se acerca un cenicero. Enciende un extremo u fuma apaciblemente.
    Está todo montado, todo listo, la escena preparada, tal y como a ella le gusta. Todo controlado. Sólo falta el efecto.

    Segunda seca. Espera comenzar a marearse...
"No pasa nada.", piensa.

    Tercera seca.
"Esto tendrá vencimiento"

    Cuarta seca.
"No puedo ser más salada."

    Se para y abandona el cigarrillo en el cenicero. Se dirige a la heladera para ver si hay algo de alcohol para que colabore con el efecto esperado.
    No hay.

    Se prepara un vaso de jugo Saldan de pomelo con agua (tampoco tiene soda). Se lleva al sillón el pote de helado y el vaso de jugo. El pucho la espera encendido. Otra seca. No pasa nada.
    Se sienta.

    Ya no se siente tan linda ni tan simpática.
    Y ahí se queda, tomando un trago de jugo, una cucharada de helado, mirando el "volver" una película argentina en blanco y negro.

    Me cuenta.
    Yo pienso la imagen final y me parece una imagen tan precisa, tan poética, tan plurisignificante.

- Está bueno para escribirlo.
- Hacé lo que quieras.

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